viernes, 3 de febrero de 2012

El bolígrafo de gel verde


No suelen ser hechos trascendentes, sino simples momentos tan insignificantes para cualquier otra persona como especiales para uno mismo: el primer «te quiero», la muerte de un familiar o la muerte de un ser querido, la frontera que traza el primer «usted», el temblor de piernas incontrolable tras un accidente, las noches pasadas en un hospital prometiendo cosas a un dios que después olvidas, el primer beso en los labios o el primer beso en la boca —nunca es lo mismo—, la peor discusión con tu mejor amigo, ver tempranear al sol, la cicatriz más grande del cuerpo, el brotar de una vida, las noches en casa de los abuelos, descubrir que una pesadilla ha sido una pesadilla o la primera vez que comprendes que siempre que alguien quiere comprar hay alguien que, al final, vende.


Eloy Moreno y la historia de la publicación de "El bolígrafo de gel verde" nos demuestran que a veces el empeño en la promoción de un libro obtiene lectores y que te publique alguien como Espasa. Eloy Moreno escribió el bolígrafo de gel verde y lo autopublicó, lo dio a leer en redes sociales y el boca-oreja funcionó, fue un fenómeno literario y acabó siendo publicado por Espasa. Una historia marcada por el pundonor de un autor y el éxito de un libro.

Porque cuando uno lee El bolígrafo de gel verde se explica el éxito, es una historia bien narrada, que engancha, que se lee rápido y que gusta. Un final feliz ante situaciones complicadas, ante preocupaciones del día a día, trabajo agobiante, horas y horas, una pareja que se va rompiendo por la convivencia, reflexiones bien trabadas y que resuenan en la cabeza como propios. Y luego la segunda parte de cambio , de crecimiento, decisiones que llevan a un final no esperado, de ruptura y renacimiento. Un pueblo pequeño que acoge a una familia de la ciudad que descubre que el dinero no es lo importante, que lo importante es vivir tiempo con tu hijo y tu mujer, hablar todos los días, comunicarse más que el chalett y los dos coches. 
Es la historia de nuestro tiempo y nuestros agobios, con miradas al pasado, con ruidos de presente. Gusta leerlo y ahora viene mi pero, es una historia ya contada. Y eso le quita algo de épico, yo he leído sobre esto, y no es sólo el chico pierde chica, chico recupera chica que es uno de los grandes argumentos literarios, es que me sonaba la música interior de la novela. Las reflexiones, las situaciones, el mirar de los cuarenta a la juventud, el ver cómo el tiempo nos separa. Yo eso lo he leído, y de modos diversos, con otro estilo, con un estilo que a mi personalmente me gusta más. He pensado en Marzal, que es uno de los que hace menos me hablaron de lo mismo. He pensado en Berges, que también me habló hace bien poco del cambio de vida. Esos los que hace poco me han hablado del mismo tema. No es que me moleste la falta de originalidad, al fin y al cabo, los originales, los de las historias radicalmente sorprendentes son pocos, eso me importa poco, pero el estilo también me era conocido, esa mezcla de filosofía con "aventuras", leyéndolo recordaba otra música, otros autores. Y no es que eso sea malo, que no, pero le ha faltado, a mi modo de ver algo para ser uno de esos libros inolvidables. 
Puede que sea yo, que mis lecturas obsesivas, que son otras, me incapaciten en cierto modo para leer novela comercial. Sin duda seré yo. Que busque otro estilo, otra música y cuando leo algo comercial, aunque esté bien trabado, me quede con cierta inquietud, insatisfacción. Puede que sea eso, pero al bolígrafo de gel verde le ha faltado algo para ser de mis favoritos. Le ha faltado el plus del estilo radicalmente diferente, le ha faltado la frase original que me golpee. 
Estoy cansada de novelas iguales, de historias similares, busco otra cosa. Y en mi búsqueda encuentro verdaderas joyitas que leo con deleite o historias bien contadas pero tan comerciales que me aburren. Es comparar a Disney con Miyazaki

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