“¡Señores del jurado! No puedo
asegurar que ciertas nociones relativas al asunto en mano –si puedo acuñar tal
expresión- no hayan pasado antes por mi mente. Mi mente no las retuvo en
cualquier forma lógica o en cualquier relación determinada con ocasiones nítidamente
probadas; pero no pudo asegurar –permítaseme repetirlo- que no haya jugado con
ellas ( para crear otra expresión) en la bruma de mis pensamientos, en la
negrura de mi pasión.
Vladimir Nabokov (18899-1977) es
uno de los narradores más extraordinarios del siglo XX. De origen ruso pero
nacionalizado estadounidense alcanzó fama internacional en 1955 con la
publicación de Lolita, su primera novela escrita en inglés.
Lolita es la historia de amor de
Humbert Humbert por una adolescente de doce años, Dolores Henz. Quién busque el
relato pornográfico de una pasión va a quedar defraudado porque Lolita es ante
todo una proeza verbal, una sutileza adornada con frases en francés, un
artefacto lingüístico.
Lolita es ante los ojos de
Humbert un recuerdo del pasado, una nínfula idealizada, el ideal de belleza
femenina. Es el espíritu atormentado de Humbert quien nos cuenta la historia,
el dolor de saberse ante un amor maldito, la visión de Lo como perturbadora, la
poesía e ironía con la que habla de su amor.
Porque en Lolita además de esta
pasión es un relato irónico de la vida en los Estados Unidos, de sus escuelas,
de sus instituciones psiquiátricas que tratan a Humbert, de las familias que
llenan sus casas, un retrato Kitch de la sociedad americana vista desde los
ojos de un europeo.
Es una novela compleja, con
niveles de lectura, pero sobre todo, en mi opinión, tiene un extraordinario
manejo del lenguaje. Una música interna emocionante y encandiladora que te
lleva a entender a un mounstro como Humbert. Nabokov te embauca, te lleva a su
terreno. Llegamos incluso a simpatizar con Humbert. “Pobre” Humbert diremos a
veces. Y como nos sabemos embaucados acto seguido renegaremos de nuestra simpatía.
Nos arrastraremos por sus páginas con la lágrima en el borde del ojo, por el “pobre
Humbert” y la “pobre Lolita”. Cerraremos el libro al final quitándonos el
sombrero ante Nabokov. Sonriendo y pensando que ésta no va a ser la última vez
que leamos “Lolita”.
Es una novela tan recomendable,
tan extraordinaria que no me sorprende que le diese fama internacional a
Nabokov y le permitiese vivir holgadamente. El propio Nabokov en una entrevista
deja claro que Humbert es un tipo horrible que arruina la vida de una niña. No
lean creyendo que el héroe es Humbert, lean buscando la verdad entre las
letras, descubran admirados el dolor de Lolita debajo de los sentimientos que
les produzca la novela, hállenlos entre las pajas de la emoción de Humbert.
¡Disfruten!
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